viernes, 30 de mayo de 2008

Juanete dantza taldea






16 años despues, Zaldibar volvió a tener un grupo de "espatadantzaris", se trata del ultimo que hubo en su día, que han vuelto a juntarse con un motivo pasajero como es actuar en la boda de un amigo, lo malo va a ser que no saben donde se han metido, les llueven las ofertas y lo que no van a poder hacer es negarse a bailar nuevamente, aunque sea en las fiestas locales en las que ya estan buscandoles una hora (que no sea por la mañana) para que repitan. Me gustó verles
Tenemos la costumbre en Zaldibar de perder las cosas......

domingo, 18 de mayo de 2008

Zorionak

Pinchar sobre la foto para ver mas grande
Pues si, al final lo consiguieron, no fué fácil, pero lo lograron y con victoria incluida

Tiene mérito que con chavales del pueblo (y Mallabia) se consiga ascender de categoría, en preferente, quien lo iba a decir.

Zaldibar es tan pequeño que no se ve en le mapa.........

Solo es futbol........¿Solo? No hombre,no. Son nuestros vecinos, hijos, amigos y algo que celebrar junto a ellos.........y cualquier día se consigue tambien en otros campos, cultura, ciencia, mas deporte .....y tambien nos alegraremos


Mas fotos en kirolak http://zaldiblog-kirolak.blogspot.com/

miércoles, 14 de mayo de 2008

Santi Etxebarriaren erakusketa-instalazioa

Este fin de semana, Santi expone una muestra de sus trabajos.
Con la utilización del video, hace uso de la tecnología para desarrollar sus inquietudes, habrá que ver de que se trata.


En horarios de :
Viernes 16 de 6 h 30 a 8 h 30
Sabado 17 de 12 h a 2 h y de 6 h 30 a 8 h 30
Domingo 18 de 12 h a 2 h

jueves, 8 de mayo de 2008

Potosi Lagrimas deplata

Un lector anonimo ha hecho un comentario bajo una de las entradas de nuestro amigo Serna, como me consta que los comentarios no son muy visitados y el enviado por nuestro desconocido amigo no tiene desperdicio, lo voy a subir aqui tambien como un pequeño homenaje a quienes sufrieron y sufren esa explotación.
Gracias anonimo compañero por recordarnos algo que ya sabiamos y mover nuestras conciencias







POTOSI: LAGRIMAS DE PLATA

Dice Eduardo Galeano en su libro "Las venas abiertas de America Latina" que hasta las herraduras de los caballos eran de plata en Potosí. Que hasta entonces cuando algo valia mucho se decia "vale un Perú" desde que Pizarro se adueño de Cuzco pero las cosas cambian cuando se descubre el Cerro Rico y Don Quijote comienza a advertir a Sancho "Vale un Potosí".
En 1545, el indio Huallpa corría tras las huellas de una llama fugitiva y se vio obligado a pasar la noche en el cerro. Para no morirse de frío, hizo fuego. La fogata alumbró una hebra blanca y brillante. Era plata pura. Se desencadenó la avalancha española.
En 1583 era una de las ciudades más pobladas del planeta, con 120.000 habitantes (más que Roma, Paris o Madrid).
Los incas ya descubrieron "cerro hermoso" tiempo antes de la conquista pero cuando intentaron sacar lo que el cerro guardaba en sus entrañas este se quejó y de ahí su nombre Potojsi; truena, revienta..
Hacia 1650, un nuevo censo adjudicaba a Potosí 160.000 habitantes. Era una de las ciudades más grandes y más ricas del mundo, diez veces más habitada que Boston, en tiempos en que Nueva York ni siquiera había empezado a llamarse así. Fluyó la riqueza. El emperador Carlos V dio prontas señales de gratitud otorgando a Potosí el título de Villa Imperial y un escudo con esta inscripción: «Soy el rico Potosí, del mundo soy el tesoro, soy el rey de los montes y envidia soy de los reyes».
Apenas once años después del hallazgo de Huallpa, ya la recién nacida Villa Imperial celebraba la coronación de Felipe II con festejos que duraron veinticuatro días y costaron ocho millones de pesos fuertes.
A comienzos del siglo XVII, ya la ciudad contaba con treinta y seis iglesias espléndidamente ornamentadas, otras tantas casas de juego y catorce escuelas de baile. Los salones, los teatros y los tablados para las fiestas lucían riquísimos tapices, cortinajes, blasones y obras de orfebrería; de los balcones de las casas colgaban damascos coloridos y lamas de oro y plata. Las sedas y los tejidos venían de Granada, Flandes y Calabria; los sombreros de París y Londres; los diamantes de Ceylán; las piedras preciosas de la India; las perlas de Panamá; las medias de Nápoles; los cristales de Venecia; las alfombras de Persia; los perfumes de Arabia, y la porcelana de China. las damas brillaban de pedrería, diamantes y rubíes y perlas, y los caballeros ostentaban finísimos paños bordados de Holanda. A la lidia de toros seguían los juegos de sortija y nunca faltaban los duelos al estilo medieval, lances del amor y del orgullo, con cascos de hierro empedrados de esmeraldas y de vistosos plumajes, sillas y estribos de filigrana de oro, espadas de Toledo y potros chilenos enjaezados a todo lujo.
En 1579, se quejaba el oidor Matienzo; «Nunca faltan -decía- novedades, desvergüenzas y atrevimientos». Por entonces ya había en Potosí ochocientos tahures profesionales y ciento veinte prostitutas célebres, a cuyos resplandecientes salones concurrían los mineros ricos. El siglo XVIII señala el principio del fin para la economía de la plata que tuvo su centro en Potosí. Aquella sociedad potosina, enferma de ostentación y despilfarro, sólo dejó a Bolivia la vaga memoria de sus esplendores, las ruinas de sus iglesias y palacios,y ocho millones de cadáveres de indios. Cualquiera de los diamantes incrustados en el escudo de un caballero rico valía más, al fin y al cabo, que lo que un indio podía ganar en toda su vida de mitayo, pero el caballero se fugó con los diamantes. Bolivia, hoy uno de los países más pobres del mundo, podría jactarse -si ello no resultara patéticamente inútil- de haber nutrido la riqueza de los países más ricos.
En nuestros días, Potosí es una pobre ciudad de la pobre Bolivia: «La ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene», como me dijo una vieja señora potosina. Esta ciudad condenada a la nostalgia, atormentada por la miseria y el frío, es todavía una herida abierta del sistema colonial en América: una acusación. El mundo tendría que empezar por pedirle disculpas.
En tres centurias, el cerro rico de Potosí quemó, según Josiah Conder, ocho millones de vidas. Los indios eran arrancados de las comunidades agrícolas y arriados, junto con sus mujeres y sus hijos, rumbo al cerro. De cada diez que marchaban hacia los altos páramos helados, siete no regresaban jamás. Luis Capoche, que era dueño de minas y de ingenios, escribió que «estaban los caminos cubiertos que parecía que se mudaba el reino». En las comunidades, los indígenas habían visto «volver muchas mujeres afligidas sin sus maridos y muchos hijos huérfanos sin sus padres» y sabían que en la mina esperaban «mil muertes y desastres». Los españoles batían cientos de millas a la redonda en busca de mano de obra. Muchos de los indios morían por el camino, antes de llegar a Potosí. Pero eran las terribles condiciones de trabajo en la mina las que más gente mataban.
Potosi lagrimas de plata.

Anonimo para Potosi de Serna en Denona

martes, 6 de mayo de 2008